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Si te quedas conmigo aquí,

verás que mi palabra viste de rojo carmesí...

jueves, septiembre 04, 2008

Ese otro mundo

Es... en estas noches de calor agobiante cuando más echo de menos lo que me falta.
Las noches en las que no puedo dormir y deseo que vuelva el invierno, y ese deseo, en la oscuridad de mi cuarto es el que me lleva a las oscuras tardes de lluvia en Versalles.
Es difícil explicar el porqué de esta nostalgia. Puede ser porque estoy cansada de estar donde estoy, a pesar de que las personas que me rodean son lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo y que no las cambiaría por nada, pero no me puedo quitar de la cabeza la lluvia cayendo sobre la ventana, ir a comprar y volver completamente empapada para entrar en calor con los pies pegados en el radiador acabarme un bol lleno de helado de menta.
No puedo evitar echar de menos el ir a la lavandería y empezar a hablar con una persona cualquiera en francés para acabar haciéndolo en italiano, ir a cenar a una creperiè y comer una crêpe enorme rellena de un montón de cosas, ver el palacio o el hotel de ville iluminado con las luces de navidad...
O perderme por el centro comercial desconectando totalmente de la realidad porque nadie te va a entender, ni tú les vas a entender a ellos.
Recordar con tristeza esos momentos en los que salía de casa y me ponía a caminar por calles desconocidas rodeada de gente seria y con cierto tono melancólico en la mirada, pero no podía evitar sonreir, porque lo único que faltaba en ese momento y en ese lugar era que Yann Tiersen llegase a tu lado y pusiese banda sonora a tu vida.
Y es cuando más echas en falta, cuando más aprecias esos ratos de eternas esperas en la parada de autobús, con un frío que te cala hasta los huesos o recorrer dos pueblos y un cacho de bosque para llegar a un sitio que creías que estaba un pueblo y un cacho de bosque más cerca.
Y es en estas noches en las que no puedo dormir, en las que veo que todo lo que es mi vida sigue igual, pero sin tener esa vía de escape, y deseo, con todas mis fuerzas, vivir por un momento en ese otro mundo.


Y estreno con esto mi Google Chrome. ^_^

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lunes, junio 09, 2008

Actualización bloguera de mi vida privada

Bueno, seguidores de mi blog (o.O) os voy a contar cosas de mi vida privada (WTF) para que podáis cotillear tranquilos.

Empecemos por el curro. Ah, ahora cuatro días de vacaciones y después mis tres últimos días de curro.

Family, pues como siempre.

Dinero, el doble que siempre: nada x 2.

Amigos: Me encanta tener a mi Tugluche (Tugado-peluche). Es tan achuchable y tan mono, y me hace sentir tan bien cuando pasamos horas y horas hablando, o simplemente me estruja. :D
Me siento afortunada, pero no se lo digáis. :P
Y Diego que ha venido y ya tenía ganas de conocerle un poquito mejor, que ya es hora de que empiece a saber cosas de él a través de él y no todo de lo que cuentan los demás. ^_^

Amores: Creo que me empieza a gustar un chico, o a lo mejor no... o a lo mejor es que estoy un poco sensible y por eso confundo emociones... o tal vez sea el amor de mi vida. O a lo mejor me gusta otro, no sé.
En cualquier caso yo soy una despierta y cualquiera de los dos están fuera de mis posibilidades.

Ale. Con dios.

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miércoles, mayo 07, 2008

No encuentro otra explicación...



Aún recuerdo a Mario.
Han pasado bastantes años, han pasado muchas cosas y muchas personas, pero cuando me da por pensar en la ternura e inocencia, siempre me acuerdo de Mario.
Fue breve, como las mejores cosas, como deben ser los amores adolescentes.
Esos años en los que era primavera hasta en septiembre, en los que te sobra todo menos esa persona, en los que lo único que necesitas para ser feliz es estar abrazada a él, hablando de tonterías. Esos años en los que un beso es el mundo...

Me acuerdo de ese primer día, que sin conocernos, estuvimos pegados desde la mañana hasta la noche. Del segundo día, que pese a ser meses después del primero, aún se mantenía esa extraña conexión.
Las canciones, las moñerías, los detalles... esa época en el que el mayor de los problemas era sentir esos inocentes celos cuando se iba a entrenar y no podía estar con él.
Apenas recuerdo su cara, casi se me ha olvidado su mirada, pero lo que nunca olvidaré son sus manos.
Comparadas con las mías eran enormes, y a mí me encantaban. Cuando me abrazaba, me abarcaba casi toda la espalda y eso me reconfortaba. Me perdía en sus manos, eran las mejores manos del mundo.
Pero sobre todo, ante todas las cosas del mundo, lo que mejor recuerdo fue aquel momento, en esa plaza donde poco antes de vernos con el resto de la gente, nervioso y tembloroso, me dio la mano por primera vez. Por aquel entonces, ese fue el momento más feliz de mi vida.

A veces me pregunto qué habrá sido de él, y si alguna vez se acordará de mí... nunca lo sabré.





Incluso... a día de hoy, creo que puedo decir que fue el momento más feliz de mi vida.


Cada vez que toco un poco fondo,
Cada vez que el tiempo vuela,
Un recuerdo (mas que) pasajero...
Andrés Calamaro, Dulce condena.

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viernes, noviembre 09, 2007

Como perros y gatos

La gata está enamorada. Un día, al perro le dio por darle caza. Ella empezó a fijarse en él desde ese día. Al principio, no demasiado, porque se pasaba el día jugando con su ovillo de lana. La segunda vez que él intentó darle caza, ella acabó llena de babas de perro y corrió a su rincón a limpiarse bien, porque ella es muy coqueta.
Cuando consideró que estaba lo bastante limpia, volvió con su ovillo. Pero se dio cuenta de que el ovillo no era tan divertido, ni siquiera le daba lametones, ni motivos para enfadarse y correr a su rincón.
Se acercó silenciosamente al perro mientras éste jugaba con un hueso de juguete y, sin pensárselo dos veces, se lanzó a la caza de la cola del despistado can. El perro salgó del susto y tras unos segundos de incertidumbre, se movió unos metros por el salón y allí siguió mordisqueando su juguete.
La gata creyó que lo mejor era volver a su ovillo, pero cuando estaba al lado de la lana, vio que eso no tenía sentido.
Poco a poco, con inseguridad, se dirigió de nuevo hacia donde estaba el perro y se le quedó mirando miedosa.
Él, al notar la presencia de la gata, se levantó y se acercó hacia ella. Ella, con más seguridad, se restregó suavemente contra él, demostrándole su cariño, y él, a cambio, le devolvió el gesto con un lametón.

La gata quiere estar a todas horas con el perro, aunque él se pase largos ratos mordisqueando zapatos; a ella le gusta acurrucarse a su lado mientras juega.
A veces, cuando la gata siente miedo, o cuando se acuerda de otros perros y el estómago se le hace un nudo, le gusta que el perro le dé su calor y le diga que la quiere.

El perro es feliz con poco. Le gusta mirar a la gata mientras ella trastea y recordarle lo loca que está.
Él es pacífico, aunque a veces se lleve arañazos y mordiscos cuando a la gata le duele el corazón. Y es que a ella no le gusta que él siga pensando en aquella perra que le hirió hasta dejarle con una leve cojera y que no le muestre cuánto la quiere.

Pero a pesar de todo, nunca se separan, porque a ella se le apaga la brillante mirada cuando no le ve y él pasa frío las noches en las que no está con ella.

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Nuevos links

Pues eso, que enlazo a mi chica, que se está iniciando en esto de los blogs. ^_^
Diario de una bombera novata

Y ya de paso, aprovecho y hago publicidad del frikiblog del que "soy colaboradora":
Sobreviviending™

P.D. Weeeee!!! Entrada número 69!!! (Comentario tonto del día...)

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domingo, octubre 28, 2007

Se pronuncia Llan Pol Gotiég (post hipermegalargo de la muette)

Qué asobinamiento. Hoy he llegado a un nivel de empane monumental. Y cuando llego a esos niveles no proceso información.
No sé si le he dicho a mi compañera si salí ayer o si estaba cansada. Me ha preguntado algo referente a mi cara de sueño y yo le he dicho que sí. Tampoco me importa mucho que piense que he salido, que he dormido o que me he pasado la noche haciendo malabares con mandarinas.
Cuando tengo tanto sueño tampoco entiendo nada que no sea castellano. Es más o menos como aquella vez que me bebí dos cervezas raras en Barcelona y la gente era “extranjera” porque hablaban en “nosequé idioma”.
Pues lo mismo me ha pasado en el Metro. Enfrente iba una pareja hablando raro, y no era capaz de saber en qué lengua hablaban. Sólo oía un susurro multítono (supongo que se dirá así lo contrario de monótono) saliendo de sus bocas.
Y si hay algo que me moleste más que no entender a la gente es no saber ni en qué idioma hablan.
Lo mismo me pasa en la tienda.
Chicos, no os molestéis en pronunciar las marcas con acento francés, aparte de que es muy poco masculino, no me voy a enterar de nada.

He descubierto una colonia de Yves Saint-Laurent que se llama Rive-Gauche. Como la parada que me volví loca buscando en Versalles. ¬¬
Tengo un compañero gay que me llama cielo y me encanta (ayer conocí a su versión en guapo y hetero, es decir a su gemelo ^^). El resto de mis compañeras también me llaman cielo, pero no molan tanto, entre otras cosas porque se lo dicen a todas (y me pongo celosa xD). No sé si te enseñan a decir esas cosas en algún curso de formación para entrar a currar ahí, pero yo nunca he llamado cielo a una clienta, ni lo haría nunca, y menos cuando me doblan la edad.
Ayer descubrí un BBIGG (o como se escriba) al lado del curro, pero tengo demasiado poco dinero y cuesta demasiado caro como para pasar allí el tiempo de las comidas, y eso me jode más aún que si no estuviera ahí.
Tengo otra compañera que me está dando unas clases magistrales en productos de cosmética. Hay cosas que ni siquiera sabía que existían, como el flush ese que es como agua, que te lo echas en la cara cuando notas la piel seca y te la hidrata. Y también que hay perfumes de día, perfumes de noche, perfumes de verano y perfumes de invierno. Y he descubierto que el Deep Reed no es el único que me gusta, también está el de “Love in Paris” de Nina Ricci, “Ultraviolet” de Paco Rabanne y uno de Prada del cual no sé el nombre. Aunque aún no sé cuál es la diferencia entre “Eau de toilette” y “Eau de parfum”.
Jose quiere a Tamara (o eso pone en la oficina) y yo quiero a Isaac, lástima que él a mí no y que pase completamente de mí (sí, esto es un barracry, pero no pega mucho en wow-esp).
Aún falta una hora para entrar en el curro, así que voy a resumir un poco el viaje a París.


OH, LALA

Después de toda la noche sin dormir, me voy pitando para el aeropuerto. Una vez allí me esperaban dos horas de aburrimiento profundo. Nada más entrar en la zona de embarque (creo que se dice así) hice lo que me dijo mi hamijo el elfo calvorota: irme de tiendas.
En la tienda de “tenemos de todo” sólo había tabaco, perfumes y alcojol de casi todo tipo y un poco del resto de cosas.
Pensé en comprar algo que no hubiera en Francia y que echasen de menos, pero no encontré cerveza y el chorizo, jamón y cosas “tipical spanish” estaban por las nubes, así que, o me iba sin comprar o les llevaba el imán torito con la bandera y el SPAIN. Decidí comprar una botella de agua para el viaje.
Me pasé prácticamente todo el vuelo dormida, sólo me despertaron para darme comida que no me comí y para decir que faltaban 5 minutos para aterrizar.

Una vez dn Francia, ví el Louvre, la Notre-Damme y la torre Eiffel, entre otras cosas. Por la noche, a Versalles.
Después de cerca de media hora esperando congeladita de frío en la estación de autobuses porque no encontraba el bus que iba donde me dijeron, conseguí ir a Versalles.
En mitad de la nada y con las calles oscuras y vacías, el misterioso Marc me iba guiando hacia el Hôtel de Ville.
Allí quedé esperando hasta que un rubio muy mono (y con cara de decir “yo juego al guou”) se me presenta). No era Marcelo, pero qué más da.
El chico me pareció muy majo hasta el momento “M”:
- ¿Tú eres a la que rusheamos ZF, no?
- Ummm... así que tú eres el que se pasó todo el rato llamándome vaga, eh?
- Cuánto tarda este Marc...
Y la situación quedó tal que así:


Después me invitó a cenar y olvidamos nuestras diferencias.
Terminada la cena, volví al piso y... ahí doy por terminada la retransmisión de ese día.

*A partir de aquí contaré las cosas sin un orden cronológico (y sin lógica alguna, aunque a eso ya te tengo acostumbrado, querido blog).*

La primera vez que salí sola a la calle me acojoné. Sí, sí, en serio.
Ver a un especimen autóctono de la zona explicándote gestualmente los gustos sexuales del francés medio con claras intenciones de apareamiento y tras pedirte una “cita” con tu compañero de piso después de decirle que eres totalmente lesbiana, como mínimo, te revuelve el estómago.
En los días siguientes, el resto de franceses, italianos y demás seres de género másculino que intentaron ligar, tuvieron el detalle, al menos, de ser más sutiles.

He conocido a mucho friki español en mi viaje. Todos ellos majísimos (aunque alguno me dé miedito). Prolongué mi viaje una semana para poder ir a la fiesta que habían organizado, y pocas veces me he alegrado tanto de haber hecho algo.

Pude descubrir en casa de Vicky (con lo chiquitina que eres, qué grande) y Miguel que en Francia había tarrinas de helado de menta con chocolate (que me apasionan), que Hernán se sabía la BSO de las pelis de Disney, que, tal como me dijeron, Peter tiene pinta de querubín (aunque, IMO, de querubín perverso), que el 43 con leche está muy rico, pero no hay que mezclarlo con Jack Daniels, o acabarás haciendo apuestas raras con el más caótico de los asistentes (cosa que no conviene si eres una fémina), que Pablo, aunque sea de Oviedo >.<, hace una fabada riquísima y que Íñigo es un tío de puta madre.

Las cosas malas de Francia son que está lleno de franceses (mención especial al pesado del vecino), que éstos hablan francés, que está todo carísimo, que es imposible encontrar pan rallado y tomate frito, que no tienen Cola-Cao, que hay que tener mucho cuidado al elegir la leche y que cuando vuelves a España ya no es igual. :/

El viaje de vuelta... nada especial, que estaba cansada, triste, cabreada, que el aeropuerto de Beauvais es una mierda, que te tratan como si fueras parte de un rebaño, que los asientos del avión no se pueden reclinar y que no apagaban las luces para que pudiera dormir. Lo único que me gustó fue que todos eran azafatos (aunque uno me pareció la versión maligna de Chronos).

Por lo demás... quiero volver.

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sábado, septiembre 15, 2007

Insomnio, Hevia y morriña


6 de la mañana. Otra noche sin dormir.
No sé si serán los nervios del viaje a La France o las malditas fiestas.
Que decepción de fiestas. Tengo asimilado que no ligo cuando salgo de juerga, que ni siquiera ligo en Chueca el día del orgullo, pero en fiestas... o todos niños o todos borrachos, o demasiado macarras o demasiado bakalillas. ¿Dónde quedaron aquellos chicos carismáticos que te hacen reír en las fiestas?
El caso es que, sin ligar y sin dormir, me han dado las 6.
Busco un CD relajante y lo que más me puede servir son los CDs de Hevia (bueno, el del WoW también tiene su musiquilla tranquila, pero después paso de que me dé un infarto al pasar de una canción relajante a la de, por ejemplo, Orgrimmar, además de que después tengo sueños raros en las que llevo hachas y cosas por el estilo).
Total, Al otru llau. Pero nada más ponerlo, en vez de relajarme, empiezo a pensar en Asturias y a recorrerme mentalmente esos lugares maravillosos al son de la gaita de Jose Ángel, y mi corazón acelerado, porque es recordar mi tierra del alma y entrarme una cosa en el cuerpo que ni Madrid, ni París, ni Barcelona conseguirán nunca.
Y es que no sé cómo puede este hombre hacer que Baños de Budapest o El Sitiu me revolucionen el alma.
Llanes... Llanes es el fin del mundo, más allá de Llanes no hay nada, sólo olas rompiendo contra las rocas. Gijón, La Pola... ese cacho de paraíso que te adelanta lo que encontrarás en el cielo (que no es más que una Asturias infinita y eterna, con su sidrina y su fabada).
Yo no quiero estar en Asturias, quiero ser parte de ella, quiero fundirme en su tierra, en sus árboles, en sus lagos... si algún día muero (que mira que lo dudo) quiero que me lleven allí y pasar a ser un árbol de sus bosques.
Ay... quiero volver.
Siempre se vuelve...

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sábado, agosto 18, 2007

Paz

Hoy siento una extraña paz interior. Una paz inexpliable que me hace estar en armonía conmigo misma, que aparece sin motivo aparente y no quiere desaparecer.
Me hace capaz de enfrentarme a todo sin un ápice de maldad, aceptarme a mí misma y a los que me rodean, que reconcilia mi pasado con mi presente y mi futuro.
Esa paz me asegura que la falta de rencor hacia los demás me ha hecho invulnerable.
Es algo tan profundo que no se puede permanecer impasible ante ello, pero tan sutil a la vez, que no se puede expresar con la risa.
Oigo tu canción. La canción que sin razón alguna asocié contigo cuando nos conocimos. Y me entran ganas de llorar. Sin pretenderlo, vuelvo a pensar en ti y en que quizás quiera quererte. O quizás ya lo haga. Quizás seas tú mi único tormento...

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Hace dos años, dos semanas y un día...

Hace dos años y dos semanas y un día empecé con esto. ¿La intención? Ni idea. Supongo que darle una segunda oportunidad a esto de la blogosfera (¿se dice así?) y retomar el tema de una forma más mía que anteriormente. Y supongo también que todos los que tenemos un “templo del egocentrismo”, como dice alguna persona, necesitamos ser leídos.
La verdad, no sé si me lee nadie, o si a estas alturas de la vida queda algún asiduo de los de antes.
Pero esto se ha convertido en mi casa, en un espacio mío y sólo mío (y de Blogger) donde hago lo que quiero. Un rinconcito donde puedo expresar mis pataletas, mis llantos y mis alegrías. Donde puedo dar vida a los personajes de mis historias con sólo unas palabras, y quitársela con la misma facilidad.
¿Qué era de mí y qué es ahora?
El 2005 es recordado con añoranza por algunos, por ser el año emocionalmente más completo, el año que vivimos con más intensidad, en el que un grupillo de personas rondando los 20 aprendía a vivir e intentaba volar con unas alas de cartulina, buscando su camino.
A día de hoy, aún no lo he encontrado, pero tampoco tengo mucha prisa por hacerlo. Porque al fin y al cabo, lo interesante es la búsqueda y, una vez encontrado el objetivo, se pierde la gracia. ¿Compensa? Pues no lo sé, pero si compensa cambiar el caos por la rutina, que lo haga dentro de un tiempo.
Hasta entonces aquí seguiremos... con nuestras alas de cartulina.

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