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viernes, septiembre 30, 2005

Volver atrás en el tiempo

Entró corriendo en la habitación.
Cuando se enteró lo dejó todo para llegar lo más rápido posible hasta ella.
No le habían dado más detalles, el exceso de velocidad de un conductor loco, un semáforo en rojo… y allí estaba ella.
Rodeada de seres queridos, bella y delicada como una rosa recién cortada. Al igual que la necesidad de la flor de tener agua, ella necesitaba esos tubos para seguir viva, para alargar su agonía.
La familia, sin comprender bien por qué, supo que les tenían que dejar solos y se marcharon en silencio.
Él no decía nada, sólo la miraba. Quería abrazarla, besarla, decirle que él siempre la protegería, como meses atrás lo hacía.
Por su cabeza pasaron esos momentos de ternura, de risas, de felicidad.
En unos segundos desfilaron por su mente todos esos recuerdos.
Cuando hablaban de hacer locuras juntos, cuando las hacían, cuando intercambiaban esas miradas de complicidad, esas palabras prohibidas, esas canciones que hicieron suyas. Cuando la cogía de la cintura, cuando despertaba a su lado, cuando planificaban recorrer el mundo juntos…
Nunca podrá olvidar cómo se humedecían sus ojos mientras él le decía que era maravillosa. Pero mientras ella se preocupaba porque no la viese llorar, él se preocupaba de tomar la decisión correcta.
Ella habría lo habría dado todo para que ese momento, justo antes del último adiós, hubiese sido eterno.
No tardaron en volver las risas, las conversaciones alegres, porque los dos sabían que, a pesar de todo, había cosas que no debían morir.
Y siguieron haciendo su vida, uno lejos del otro, pero siempre juntos.
Él no quería perderla nunca.
Nunca pensó que esto acabaría. No así.
Su corazón latía ahora con más fuerza, hasta dolerle.
Quería gritar, quería dar vuelta atrás para darle todo lo que le negó, para vivirla muy dentro, para disfrutarla, para hacerla feliz… y para decirle lo que nunca se atrevió a decirle, porque ella lo esperaba cada segundo, pero nunca salió de su boca.
Su mirada se empaño, sus labios empezaron a temblar, cogió su mano y un frágil “lo siento” salió de su boca.
Se abrió la puerta y una chica se adentró en la habitación. Él se acercó, le abrazó, le besó y le susurró al oído un “te quiero”. Los dos salieron de la habitación, mientras al otro lado, como en otro mundo, salía de los ojos de ella la última lágrima que derramaba por él.

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Escribí esto en mi cuaderno (como hago siempre) y después lo pasé a Word. En el procesó depuré algunas cosas, pero no lo he vuelto a releer.
De hecho, todavía no lo he leído todo del tirón, así que no sé hasta qué punto está bien o tiene coherencia.
En cualquier caso, es lo que me ha salido de dentro, espero transmitir lo que quiero transmitir.  


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